Ella vino para sembrar misterio con su mirada y delicia con su voz.
Su gesto bravo era como una parada pendenciera frente a un mundo mal hecho al que sin embargo maravillizaba con cantares de niñita buena.
Tanta dulzura resultó intolerable para Azrael, el ángel de la muerte, que la vino a buscar demasiado temprano, una cruda tarde del invierno de 2003.
Antes de ser arrebatada nos dejó esta interpretación que es como una burla desfachatada a su propio destino triste.
Es María Gabriela Epúmer y el tema se llama Canción para los días de la vida, originalmente de Luis Alberto Spinetta.
Grato viernes de papusa para todos.
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