Sugieren los cándidos que no hay edad para el amor. No es cierto.
A contramano de la sólida personalidad que uno pueda llegar a forjar a fuerza de complejas lecturas, de composiciones, de estudio, de versificación, el cuerpo insiste en avanzar sin renuncios por la autopista de la decadencia, al cabo de la cual se hallará convertido en una indeseable masa de arrugas, cansancio y mal humor.
Los hombres, formados socialmente como máquinas de conquista, vivimos con particular angustia esta verdad tan espantosa. Pero de ningún modo presentamos la renuncia. Insistimos, como si no existiera la debacle. Reincidimos, como si no fuera cierta la tragedia.
Volumen III propone dos canciones para reflexionar sobre ese estúpido empecinamiento humano en ser lo que tal vez nunca se ha sido. Y en pos de ese propósito sagrado se permite juntar a Carlitos Gardel con Los Piojos.
Buenas noches, queridos amigos.
Muy linda y prolija la nueva pilcha del blog.
ResponderEliminarGracias, compadre. El crédito es de Elisa Zenobi.
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